Las mochilas son perfectas para el transporte del material escolar, sólo es cuestión de usarlas adecuadamente “no las demonicemos”, asegura Natalio Martínez, presidente de COFICAM.
Diferentes estudios aseguran que más del 50% de los niños entre 12 y 15 años sufren dolor de espalda debidos a malas posturas, cargas inadecuada para su peso, falta de ergonomía en el mobiliario escolar, etc…
Natalio Martínez, presidente del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Castilla-La Mancha (COFICAM), asegura que “no debemos demonizar a las mochilas y carritos, sino usarlas de forma correcta”. Esto evitará problemas de espalda entre niños y adolescentes, así como adoptar ciertas costumbres a la hora de estar sentados en los pupitres.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el peso que debería transportar un niño no tendría que superar el 10-15% de su peso corporal. Es decir, si el niño pesa 54 kilos, su mochila no debería pesar más de 5 a 8 kilos. En la práctica, los escolares superan muchas veces ese peso máximo, por lo que sería necesario reducir ese peso con iniciativas como llevar únicamente los libros necesarios por día; llevar un fichero con los apuntes diarios de cada materia, en lugar de un cuaderno por cada una de ellas, y usar las taquillas escolares, para almacenaje de material, si es que existen.
Además del peso que se lleva en la mochila, asegura el presidente de COFICAM, “es de absoluta importancia, como es esa mochila y como se lleva”. Una pista importante nos la proporcionan las mochilas tipo excursionista, fabricadas para soportar peso durante largo tiempo y ser cómodas al mismo tiempo. Teniendo en cuenta además que un niño no transporta la mochila mucho rato, “deberíamos hacer que la usen correctamente para evitar lesiones”, asegura Natalio Martínez.
Entre otras cuestiones debemos fijarnos en que:
– La mochila lleve correas acolchadas y lo más anchas posibles.
– Tenga una estructura de metal porque ayudan a dar más estabilidad.
– Tengan cinturón abdominal, que ayudará al niño a distribuir más uniformemente el peso por el cuerpo.
– Las mochilas con múltiples compartimientos también pueden ayudar a distribuir el peso de manera más uniforme y no sobrecargar más un hombro que el otro. Por ejemplo, lo más grande y pesado tiene que ir en el compartimiento trasero cerca de la espalda.
– Siempre usar las dos asas porque cargar la mochila sobre un solo hombro puede tensar sus músculos en exceso y dañar su columna vertebral en desarrollo. Las asas deben estrecharse lo máximo posible.
– La forma ideal de cargar el peso de la mochila en la espalda es subiendo a ésta a una mesa a la altura de su cadera, no desde el suelo.
– La mochila debe apoyarse en la zona lumbar y quedar a unos cinco centímetros por encima de la cintura.
– En caso de tener que agacharse con la mochila en la espalda, lo mejor es hacerlo flexionando ambas rodillas.
En el caso de optar por una mochila tipo carrito, menos recomendables que las que cargan a la espalda, deberíamos optar por aquellas que se puedan empujar, porque si tiramos de ella, provocamos un extensión del hombro (brazo hacia atrás) lo que pone en compromiso la articulación y aumenta el riesgo de padecer lesiones como síndrome subacromial, tendinitis o subluxaciones del húmero.
Siguiendo estos consejos, se indica desde COFICAM “podemos ayudar a nuestros hijos a prevenir futuros dolores de espalda, acortamiento de la musculatura isquiotibial, rectificación de las curvas de la columna o desviación de la columna (escoliosis)”.