La combinación de una interfaz cerebro-ordenador y de un dispositivo de estimulación eléctrica muscular posibilita el movimiento de manos y brazos con el pensamiento.
abc salud. Madrid
Bill Kochevar es un ciudadano estadounidense de 56 años de edad que hace ya hace casi una década sufrió un accidente de bicicleta muy grave. Como consecuencia de este accidente, sufrió una lesión en la médula espinal que provocó que perdiera toda la movilidad por debajo de su cuello. Es decir, adquirió una tetraplejia y padece una parálisis total de todas sus extremidades. Pero ahora, y fruto de los avances logrados por un equipo de investigadores estadounidenses, Bill Kochevar es la primera persona con tetraplejia del mundo que ha logrado recuperar, aun parcialmente, la movilidad de sus brazos y manos.
Concretamente, el estudio, dirigido por investigadores de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland (EE.UU.) y publicado en la revista «The Lancet», muestra cómo una interfaz cerebro-ordenador –con electrodos situados bajo el cráneo para registrar los impulsos nerviosos o ‘pensamientos’– y un sistema experimental de estimulación eléctrica funcional para activar el movimiento de las extremidades es capaz de ‘reconectar’ la comunicación entre el cerebro y los músculos paralizados.
Como explica Bolu Ajiboye, director de la investigación, «mediante el registro de las señales cerebrales generadas cuando quiere llevar a cabo un movimiento y su uso para controlar la estimulación de sus brazos y manos, Bill Kochevar ha sido capaz de realizar funciones personales que son muy importantes para él».
Y, exactamente, ¿cuáles son las funciones recuperadas con la combinación de la interfaz cerebro-ordenador y el dispositivo de estimulación? Pues entre otras, limpiarse la cara con una esponja húmeda o poder utilizar una cuchara para comer sin ayuda. Unas funciones o movimientos que, además de llevarse a cabo de manera muy pausada, pueden no parecer demasiado ‘espectaculares’ para el público general pero que, sin embargo, son las más valoradas por los afectados por una tetraplejia, quienes identifican como su máxima prioridad el poder rascarse, alimentarse o realizar cualquier labor sencilla sin tener que recurrir a sus cuidadores.
Como refiere el propio Bill Kochevar, «para alguien que lleva sufriendo esta lesión durante ocho años y no se podía mover, ser capaz de realizar estos movimientos, aun pequeños, es simplemente impresionante. De hecho, es mejor de lo que pensaba que sería».
Como indica Benjamin Walter, co-autor de la investigación, «todos los días damos por sentado que cuando queramos movernos podremos mover cualquier parte de nuestro cuerpo con precisión y control y en múltiples direcciones. Sin embargo, esto no es así en aquellas personas que padecen un daño traumático en su médula espinal u otro tipo de parálisis. Así, la gran esperanza de estos individuos es recuperar su funcionalidad. Y en este contexto, la restauración de la comunicación entre el cerebro y el cuerpo del deseo de realizar un movimiento ofrece la esperanza a los millones de personas con parálisis de que, algún día, podrán ser capaces de nuevo de moverse libremente».
Pero, estos dispositivos, ¿cómo funcionan? Pues en primer lugar, los autores implantaron quirúrgicamente al paciente un total de 96 parejas de electrodos sobre la corteza motora cerebral. Así, y gracias a estos electrodos, pudieron registrar las señales cerebrales generadas por Bill Kochevar cada vez que imaginaba que movía sus brazos y manos.En segundo lugar, la interfaz cerebro-ordenador tomaba la información de las señales cerebrales de cada movimiento específico y la traducía para que, cual orden o ‘comando’, fuera interpretada correctamente por el dispositivo de estimulación eléctrica. Así, y una vez todo estaba preparado, los autores implantaron los 36 electrodos del dispositivo para estimular los músculos de la extremidad superior derecha.
Lógicamente, el empleo del dispositivo o, lo que es lo mismo, el control de la estimulación de los músculos a través del pensamiento requiere su tiempo. Más aún cuando los músculos llevan ocho años paralizados. De hecho, Bill Kochevar necesitó cuatro meses de entrenamiento para manejar correctamente el dispositivo y 45 semanas para recuperar, a través de un programa de estimulación eléctrica, la fortaleza de unos músculos atrofiados por la falta de uso. Sea como fuere, el resultado, como destacan los autores, «es que los impulsos enviados a través de los electrodos del dispositivo de estimulación eléctrica activaron los músculos que controlaban la mano, muñeca, brazo, codo y hombro del paciente».
Mayor independencia
En definitiva, la tecnología descrita en el estudio permite a las personas con tetraplejia recuperar una parte del movimiento de sus extremidades. Y para ello solo tienen que ‘pensar’ en hacerlo. Pero aún queda mucho por hacer para que el dispositivo pueda ser utilizado en la práctica clínica real. Pero como apuntan los investigadores, «los avances necesarios para que esta tecnología combinada pueda utilizarse fuera del laboratorio están próximos. Ya estamos trabajando para desarrollar unos implantes cerebrales inalámbricos, y también estamos mejorando los patrones de estimulación para lograr movimientos más precisos. Además, los dispositivos de estimulación eléctrica ya están desarrollados y ya se están evaluando en ensayos clínicos independientes».
Entonces, y una vez la nueva tecnología se encuentre disponible para su uso en el domicilio, ¿recuperarán las personas con tetraplejia su total independencia? Pues no. Como concluye Bill Kochevar, «en ningún caso sustituirá a los cuidadores. Pero a largo plazo, los pacientes podremos, de una forma limitada, hacer más cosas por nosotros mismos».