Paciente de esclerosis múltiple, ha completado un ironman y varios maratones
Su historia de superación ha inspirado la película ‘100 metros’
CRISTINA G. LUCIO Madrid
04/11/2016
Ramón Arroyo (Bilbao, 1971) no esperaba ver su vida en el cine. Cuando empezó a correr sólo quería fortalecer sus músculos, intentar estar preparado para hacer frente de la mejor manera posible a la esclerosis múltiple que le habían diagnosticado tres años atrás y a la que hasta entonces había intentado negar. Pero los metros fueron dando paso a los kilómetros y las carreras populares a los maratones hasta que en 2013, completó el ironman de Barcelona (3,8 km de natación, 180 km en bici y 42,195 km corriendo) . Cuando cruzó la meta, su historia era ya un modelo de superación que ahora refleja la película 100 metros.Dice que empezó con mal pie. Que al principio todo era rechazo y abandono. Y que, tras el primer brote, que le paralizó medio cuerpo, creyó, porque así se lo habían dicho, que no podría ni recorrer la distancia que hay entre su casa en Madrid y la parada de metro más cercana. Pero un día lo intentó, y ahí empezó el cambio. «De las carreras pasé al triatlon más como una terapia que como otra cosa. Un compañero me comentó que así fortalecería más grupos musculares, que favorecería el equilibrio, así que empecé a entrenar», recuerda.
El salto al ironman comenzó a darlo un día, tras conocer en el hospital a un chico recién diagnosticado al que sólo habían mostrado la cara más cruda de la enfermedad. «Aquello parecía un campeonato de escleróticos, así que pensé que era necesario dar a conocer otra visión que no fuera la de la silla de ruedas. Que por supuesto que existe, pero también es cierto que hasta un 70% de los afectados no tiene esas dificultades tan grandes. Le eché la culpa a la administración, a los médicos, a los medios de comunicación. Y luego dije: ¿qué hago yo para cambiar eso? Así que me puse un reto, para mostrar la heterogeneidad de la enfermedad, pensando en que tuviera repercusión en las redes sociales y poco más», señala. Todo el eco que ha tenido su historia, bromea, le hace sentir que, además de esclerosis múltiple, tiene «el síndrome de la bola de nieve». «Cuando me llamaron para decirme que iban a hacer una película, pensé que me estaban tomando el pelo. Casi no me lo puedo creer». Asegura que ha podido participar en todo el proceso, que se ha tenido en cuenta su opinión y que «lo más complicado no ha sido explicar a Dani [Rovira, que le da vida en la ficción] cómo es mi cojera, sino lo que supone cojear, la incertiumbre que es vivir con esclerosis múltiple». «Esta enfermedad es como estar al filo del abismo, dar cuatro vueltas y asomarse», subraya Arroyo, quien quiere huir de cualquier versión edulcorada de su historia. «Hice el ironman y estuve más de un año sin brotes, pero volvieron». Y han dejado huellas. «Para mí hubiera sido más sencillo quedarme en casa estos días y que la imagen que saliera fuera la del tipo ‘cachas’ que ha conseguido completar esa competición. Pero la esclerosis múltiple no es buena ni dócil y los últimos dos años han sido malos porque el tratamiento que tomaba dejó de funcionar», explica.Son muchas las veces que ha tenido que plantearse de nuevo cómo recorrer esos 100 metros que separan su casa del metro. «Muchas veces en las que no es que haya tenido que partir de cero, sino de negativo. ¿Pero a quién no le pasa? ¿Quién no se cae y tiene que levantarse de nuevo? La única diferencia es que mi excusa se llama esclerosis múltiple?», subraya. Y recuerda su mantra: «rendirse no es una opción». Con esta frase, subraya, «no quiero decir que todo el mundo tenga que intentar hacer un ironman ni pretendo que parezca que cosas como eso de que ‘el límite te lo pones tú’ son ciertas, porque no es así. Pero creo que cada uno tiene que buscar sus propios retos, su propio ironman. Y si puedes dar 20 pasos, tienes que intentar dar 21. E intentar jugar de la mejor manera posible con las cartas que te ha dado la vida». Dice que «el equipazo» que tiene a su alrededor le ayuda a ser optimista y a intentar buscar el lado bueno de las cosas, aunque no todos los días son de color de rosa. «La película muestra diferentes pacientes con esclerosis múltiple. Uno es muy negativo, derrotista, otro está asustado, otro repite todo el tiempo ‘don’t be afraid’… En realidad todos esos soy yo.En diferentes momentos, pero yo al fin y al cabo».Hay días, continúa, en que «el desafío principal es conseguir servir el contenido de una botella en un vaso sin tener que apoyarla para que no se derrame». También hay días en las que todas las barreras burocráticas y de desconocimiento que rodean a la enfermedad son muy difíciles de salvar. «No se conocen las mil caras de la esclerosis múltiple y muchos pacientes tienen muchos problemas para que se reconozca que, por ejemplo, han sufrido un daño cognitivo importante y no pueden trabajar con normalidad. En ese sentido, si la película sirve para mejorar ese desconocimiento, si puede ser un altavoz, estaré muy satisfecho», asegura Arroyo, que recibirá estos días el reconocimiento de Esclerosis Múltiple España en el marco del 20 aniversario de la organización. En lo deportivo, ahora que una nueva terapia parece estar haciendo efecto, quiere completar la San Silvestre vallecana en menos de una hora, por lo que ya está empezando «a trotar un poco». Pero su reto principal, remarca, es «seguir disfrutando de las cartas un poco malas que me ha dado la vida», de su mujer -«el 51% de toda esta historia»- y de sus dos hijos. «Todos tenemos una esclerosis múltiple particular. Todos vamos a morir, así que hay que disfrutar la vida, no de manera frívola, no mediante un carpe diem vacío, pero sí aprovechando cada instante».