Un proyecto de investigación reclutará voluntarios para estudiar marcadores biológicos que permiten mantener una buena salud cerebral y evitar enfermedades
JESSICA MOUZO QUINTÁNS. Barcelona 7 MAR 2017
Cuando el premio Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, dijo aquello de que «todo el mundo, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro», no iba muy errado. Lo que pudo parecer una metáfora en su momento, es ahora una realidad. De hecho, y siguiendo esa máxima de Ramón y Cajal, el Institut Guttman de Barcelona se ha puesto a buscar 3.000 voluntarios para esculpir sus cerebros. El proyecto, que han llamado Barcelona Brain Health Initiative (BBHI), pretenden reclutar 3.000 cerebros sanos para estudiar los marcadores biológicos que permiten mantener el órgano en un buen estado de salud. Los investigadores quieren, además, encontrar y explotar los mecanismos que ayudan a prevenir enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
Con el reto del envejecimiento de la población sobre la mesa, el objetivo último del BBHI es encontrar la forma de mantener el cerebro sano a lo largo de la vida. «Queremos mejorar la salud mental, aumentar la resiliencia, iniciarnos en un envejecimiento más activo», resume Josep María Ramírez, director del Institut Guttman. El estudio supone un cambio de paradigma en neurociencia, una disciplina acostumbrada a invertir la mayor parte de sus esfuerzos en minimizar un daño cerebral ya patente. El BBHI quiere prevenir, buscar la mejor forma de cuidar las reservas cognitivas, que permiten al cerebro responder ante una enfermedad neurológica, por ejemplo, y ayudar a mantener la plasticidad neuronal, que es la capacidad que hace que el cerebro pueda adaptarse a los retos que se le presentan.
«Sigue habiendo un valle entre los conocimientos básicos que tenemos del cerebro y su traslación a la práctica clínica. Hacer un puente para unir estos dos elementos requiere un estudio difícil que no se puede hacer en cualquier parte», explica Álvaro Pascual-Leone, director científico del proyecto y decano asociado de Ciencia Clínica y Traslacional de la Escuela de Medicina de Harvard. Los investigadores han delimitado la selección a voluntarios que residan en Cataluña porque es un territorio que dispone de elementos que se han identificado como protectores de la salud cerebral: se trata de factores ambientales, sociales y culturales muy diversos, como el bilingüismo, la dieta mediterránea, la práctica activa de deporte y el arraigo social y familiar, entre otros.
«La necesidad de enfocar en la prevención es crítica. Tenemos que saber cuáles son las características biológicas de un individuo que lo hacen mantenerse sano y los mecanismos que permitan detectar riesgo de enfermedades para luego poner en marcha intervenciones personalizadas que favorezcan su salud cerebral», señala Pascual-Leone. Los voluntarios tienen que ser personas sin daño cerebral, que tengan entre 40 y 65 años, el período que los investigadores consideran «de transición de la salud a la enfermedad».
En una primera fase, los participantes en el proyecto tendrán que responder a un pequeño cuestionario sobre su salud y hábitos de vida y firmar un consentimiento para que los investigadores accedan a su historial clínico.
«Tenemos que saber las características biológicas que lo hacen mantenerse sano y los mecanismos que previenen el riesgo de enfermedades para luego poner en marcha intervenciones personalizadas que favorezcan su salud cerebral», señala Pascual-Leone
A partir de ahí, Pascual-Leone y su equipo seleccionarán una subcohorte de 1.500 voluntarios que sean representativos de la población general. Los investigadores someterán a este grupo a pruebas más específicas, desde resonancias magnéticas hasta análisis de sangre, para estudiar en profundidad los indicadores que hacen mantener sanos a sus cerebros. Los médicos analizarán hasta siete parámetros vinculados a la protección de la salud cerebral: el grado de actividad cognitiva, la actividad física, la nutrición, la salud en general, el sueño, la socialización con el entorno y el plan vital —según los expertos, tener algo que trascienda al aquí y ahora, y saber llevarlo a cabo, también es un elemento importante para mantener una buena salud cerebral.
Con todos los indicadores analizados y los resultados de las pruebas médicas recopilados, los investigadores ya podrán hacer un mapa de los hábitos que benefician la salud cerebral y previenen o retrasan la aparición de enfermedades neurológicas. En una tercera fase, el estudio dividirá a los 1.500 voluntarios en dos grupos: a uno de ellos, el de control, se le recomendará unas pautas de hábitos saludables para mantener una buena salud en el cerebro; al otro grupo, no solo se les dará una lista de consejos saludables, sino que serán acompañados por entrenadores personales que los ayuden a reforzar esos patrones positivos identificados. «Al primer grupo se le da una educación y al segundo lo reforzamos con coaching para que se adhieran a esas pautas», matiza Pascual-Leone.
El proyecto, que está financiado en buena parte por la Obra Social La Caixa (invertirá 1,8 millones de euros), se prolongará a lo largo de tres años. En 2020, los investigadores esperan tener las primeras conclusiones, pero advierten de que el estudio seguirá adelante durante la próxima década. «Vamos a saber de verdad qué significa tener un cerebro sano. Porque no se trata de que no tenga síntomas de enfermedades, sino que funcione de forma óptima en ausencia de patología y para la edad que tiene el individuo», concluye Pascual-Leone.